Había una vez un niño, uno callado y decidido, que conoció a una niña. Ambos estuvieron mucho tiempo juntos hasta, aun niños, decidir que se querían. No se sabe que sentía ella realmente, pero él estaba seguro de quererla, y todo pareció volverse claro cuando ella le dijo que como prueba quería que él le bajase la luna.
¿no? pues sí.
El muchacho trepó, escaló y esquivó, convirtiéndose en adolescente y, a punto de ser hombre, alcanzó su objetivo, con sumo cuidado le ató a la luna una cuerda y la bajó, y cuando lo hizo vio a la que había sido una niña, en brazos y carnes de otro hombre, es entonces cuando la cuerda se le escapó de los incrédulos dedos y la luna, que está llena de aire, subió hasta colocarse en su lugar, a la espera de que otro loco enamorado se atreviese a bajarla.
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